Abre los ojos y despierta by Albert Salvadó

Abre los ojos y despierta by Albert Salvadó

autor:Albert Salvadó [Salvadó, Albert]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-10-01T04:00:00+00:00


10

LA DESAPARICIÓN

—¿SABES qué hice anoche? —preguntó Arnau al día siguiente—. Regresé al Jardín Botánico y conseguí bailar con unas cuantas damas. También saludé de tu parte a Liliana.

—¿Cómo entraste?

—Por la misma cancela por la que salimos. La dejamos ajustada, pero abierta. ¿No te acuerdas? A aquella hora los invitados ya habían bebido lo suyo. Así que me las apañé para conseguir arrancar un baile, y algo más, a alguna de las damas, que ya estaban muy alegres.

—¿Las besaste?

—Sus labios no fueron ningún problema y, cuando llegas a los labios, llegas a cualquier parte.

—Llevaban máscara.

—Te sorprendería con qué facilidad una mujer deja caer una máscara. Y más cosas le habría arrancado a una de ellas, si no llega a ser porque uno de los criados me reconoció y tuve que salir corriendo. Pero ahí no acabó la noche —me contó, feliz, y rio—. ¡Ni mucho menos! Una vez escapé, me dirigí a la plaza, en donde encontré a Guido y Eugenio. Charlamos, reímos y nos cruzamos con tres idiotas que andaban con unas muchachas. Con toda la gente y el tumulto, conseguí apartar a una de ellas y entre dulces palabras la metí en un portal. Ella no se opuso, sino que le gustó. Así que le quité algo más que la máscara. Justo al acabar de gozar de sus mieles, tuve que subirme los calzones y salir corriendo. Uno de aquellos tres idiotas andaba muy cerca buscándola.

—¿Pero… no tuviste bastante con el baile del gobernador? —exclamé.

—La que vino después compensó lo que otra dejó por hacer —sonrió Arnau con picardía—. Vamos, que llegamos tarde a clase de filosofía y el profesor Calfaro va a representar la muerte de Séneca.

—Mejor te adelantas y luego me lo cuentas. Me duele todo el cuerpo. Lo de ayer fue mucho más duro que el paseo por lo tejados.

—¿No te importa?

—Sería absurdo que ambos nos perdiésemos la representación de Calfaro. Dicen que más que explicar la muerte de Séneca, la representa y entra en éxtasis.

—Te guardaré un sitio —dijo Arnau, y echó a andar deprisa.

Contemplé cómo se alejaba y sentí envidia. Mi amigo había besado a más de una dama y sacado mucho más de otra doncella y yo lo único que conseguía era enrojecer como una amapola cada vez que estaba delante de Liliana. Y eso que me era casi indiferente… ¿Y la muchacha del ceño fruncido?, me pregunté. Quizás porque habíamos coincidido en tres ocasiones, su rostro ya me resultaba más que familiar, me dije y sonreí. Incluso con el ceño fruncido estaba muy hermosa. Seguí caminando entre ensoñaciones en las que la veía junto a mí frunciendo el ceño y preguntándome dónde me había visto, mientras yo me reía y le contestaba que cerca del mercado.

El profesor Calfaro se había hecho más que famoso por su melodramático monólogo escenificando la muerte de Séneca, el gran filósofo que fue tutor de Nerón, el incendiario de Roma, y que tuvo que suicidarse al descubrirse que estaba involucrado en la conjura que pretendía asesinar al emperador.



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